¡Venga Tú Reino Señor!
Tanto Amo Dios al mundo que entrego a Su Hijo único para que todo el que crea en Él no muera sino que tenga vida eterna -Jn. 3, 16-
Vivimos en una humanidad que rechaza a Dios, pero paradójicamente la persona no puede saciar el anhelo de libertad, sino que se ahoga en el vacío y en la zozobra del delirio de su autosuficiencia tecnológica.
La nueva Pascua es un tiempo de gracia, de gozo y esperanza, vivido por el discípulo que decidió libremente seguir el camino del Evangelio con el desafío de entregar su propia vida para Gloria Dios y el bien de las almas de los hermanos.
La Luz de la Pascua de Cristo Resucitado, nos confronta con la propia tibieza, con edulcorados pensamientos hechos a medida de nuestros caprichos y conveniencias, que se encuentran alejados de las enseñanzas del Maestro.
Es un tiempo de reflexión y oración profunda ayudado por El Espíritu Santo que nos sacude y nos mueve a una conversión más adulta para crecer en el amor y en la santidad.
El hombre Pascual es aquel que rescatado de la muerte y el pecado en La Cruz Resucitadora de Cristo por el Triunfo del Amor, es transfigurado su corazón con los panes ácimos de la verdad y la pureza, dejando atrás la levadura vieja de la malicia y la perversidad.
Es en el corazón de la persona ahí donde se debate la libertad y se decide por la Vida o la muerte, es el lugar trascendente donde habita el Espíritu Santo y se construye una nueva persona, una nueva sociedad, por lo tanto una nueva humanidad.
Estamos viviendo un tiempo rico en misericordia, no dejemos perder la esperanza y aplastar por los miedos y las tentaciones que el demonio nos quiere contaminar para alejarnos del camino hacia La Casa del Padre.
Es un tiempo sorprendente de la historia de la humanidad, un punto de partida para renovar la propia vida y contagiar a los hermanos a través de los testimonios.
Tiempo para construir la civilización del Amor donde Cristo venga a nosotros definitivamente a nuestro corazón y se constituya el Centro y la Piedra Angular de nuestra vida para la regeneración de la sociedad.
Con la mirada puesta en María Santísima Madre de la Resurrección y La Vida podamos ser educados por Ella en el camino hacia el Reino celestial.
Sirviendo y acompañando a los hermanos a través de las obras de misericordia corporales y espirituales para una Pascua nueva en el corazón de una humanidad alejada de Dios.
¡SANTA Y BENDECIDA PASCUA DE RESURRECCIÓN!
¡ALABADO SEA JESUCRISTO!
E.M.M.
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