“Solo Tú eres Santo Señor. Todas las naciones vendrán a Adorarte” -Ap. 15, 4-
Iglesia de San Marcos - Venecia
Todavía no estamos despabilados del sueño de la siesta que nos sirve de huída, para no involucrarnos en una realidad que nos interpela y atemoriza. Damos vueltas y nos justificamos en la recurrencia de pensamientos vacios, estériles, desconfiando del Dueño de la Mies.
Tentados por el demonio, nos dejamos arrastrar y enredar en los acontecimientos que nos hieren como Iglesia. Pero a la vez somos muy complacientes con la propia vida. Nos engañamos muy fácilmente, haciendo una antojadiza, recortada, seudo lectura de la Palabra acomodándola -a la medida de nuestros caprichos-.
Temerosos por los sucesos que nos acosan y agobian, perdemos la dimensión de lo importante-necesario, confundiéndolo con lo urgente-no necesario de las tareas que nos imponemos. Mucho se parecen nuestras actitudes a las de Marta del Evangelio.
“Jesús entró en un pueblo y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa.
Tenía una hermana llamada María que sentada a los pies del Señor, escuchaba Su Palabra. Marta que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa dijo a Jesús: “Señor ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude.
Pero el Señor le respondió: Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas o más bien, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada” Lc. 10, 38-42.
El Padre Celestial también nos llamó a elegir la mejor parte como María, contemplando a Su Hijo Presente y Vivo entre nosotros.
Movidos por el Espíritu Santo, desde la fragilidad y vulnerabilidad de nuestra fe, esperanza y amor, servimos a la Iglesia de Cristo y al mundo entero, reparando los pecados, intercediendo por los hermanos que no conocen el Amor de Dios.
¡Repara Mi Iglesia! Llamado urgente del Señor a San Francisco de Asís, cuando oraba en la Iglesia de San Damián. No se refería precisamente a la reparación del edificio -que se encontraba deteriorado- sino a la reparación de los pecados de Su Iglesia.
¡Repara Mi Iglesia! Nos reclama el Señor en estos tiempos, que se desmorona la fe de Su Iglesia, por la tibieza, la indiferencia y la hipocresía, frutos amargos, por la falta de humildad, esperanza y amor.
Es en la Adoración Eucarística -Presencia Viva de Jesús- donde germina la revolución silenciosa, que por obra del mismo Espíritu, transforma el corazón de la persona para renovar la familia, la Iglesia, la sociedad, la humanidad y el cosmos.
Es en la Adoración Eucarística donde se gesta la revolución silenciosa, vivida, proclamada y anunciada por los Santos de todos los tiempos en la Historia de la Iglesia.
La Adoración Eucarística es simiente de la revolución silenciosa, donde el Espíritu Santo a través de los adoradores-intercesores en oración-contemplación, prepara y abona el terreno del corazón por la gracia, para la tan esperada y ansiada Civilización del Amor.
Es en el silencio y la contemplación donde se establece esa intimidad con el Señor, aprendiendo abrir los oídos del corazón como discípulos para escucharlo a través de la oración.
No podemos amar verdaderamente, sino tenemos intimidad con el Amado, que es la fuente misma del Amor. Por lo tanto, no podemos amar a Quien no conocemos.
Las comunidades y las personas que dócilmente respondieron al llamado a la Adoración del Cristo Vivo, son bendecidas y enriquecidas con los frutos abundantes de la gracia, por ende configuradas en la Persona de Jesús.
Recurramos a La Santísima Virgen María Reina de la Paz, Modelo de la Fe, Madre de la Esperanza y Amor, que nos acompaña en estos tiempos complejos, de oscuridad y confusión crecientes. Ella nos enseña a dejarnos penetrar por el Amor de Dios, contemplando la Persona Viva de Su Hijo. Promoviendo a través de sus hijos adoradores la revolución silenciosa, comenzando en el propio corazón, para interceder por la transformación del mundo entero.
ORACIÓN
Padre Amadísimo
Tanto Amaste al mundo que enviaste a Tu Hijo
A salvar al género humano en la Primera Venida.
Atiende hoy nuestra súplica
Para que las comunidades Parroquiales y las
Personas que te conocen respondamos a Tu llamado
dejándonos penetrar por Tu Amor, Adorando-Contemplando
La Persona Viva de Jesús Eucaristía.
Enciende y provoca en el corazón de tus hijos una verdadera revolución
Silenciosa, para esperar como -el centinela atento- la Segunda Venida
en el gozo de la tan ansiada Civilización del Amor. Amén.
¡Alabado sea Jesucristo!
Eduardo
E. M. M.
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