“Te adoramos te bendecimos y te esperamos, Señor”
El Amor y la Ternura del Padre se nos revela en el abajamiento de Su Hijo, nacido en la Familia de Nazaret -de María y Jose- que se hace semejante a nosotros en todo, menos en el pecado, por el misterio de la Encarnación.
El Señor esperanacer de nuevo en nuestro corazón, plagado de agobios, confusión, miedos, angustia, oscuridad, pecados., paraqué, animados a salir de nosotros mismos al encuentro de nuestros hermanos, podamos renacer con Él.
En nuestra debilidad descubrimos -por la gracia- el Amor Misericordioso del Padre, que se manifiesta plenamente en la Presencia Viva, Real de Jesús Eucaristía.
Asistidos por El Mismo Espíritu, en la contemplación, aprendemos a conocerlo, por el camino de la oración del corazón y la conversión permanente.
El Señor se hace presente en nuestra vida y camina junto a nosotros, para ayudarnos a salir de los propios condicionamientos, miedos y engaños.
Nos alienta a aceptarnos tal cual somos -así nos Ama El Señor- para que, reconociendo los talentos recibidos como regalo, no los enterremos, como el siervo perezoso.
Encarnados en este momento histórico, por el que fuimos llamados y destinados a dar frutos en abundancia, para vivir y comprometernos con el que sufre, haciéndonos cargo, como el samaritano.
Inauguremos una nueva Navidad, un nuevo nacimiento de Jesús en nuestro corazón, con la alegría y esperanza del discípulo, servidor fiel, imagen viva de Cristo en el hermano herido por nuestra indiferencia y por la falta de compromiso.
El adorador es fermento de una sociedad nueva, cuando se reencuentra consigo mismo en El Señor, para servir a todos, especialmente a los más olvidados, excluidos y humillados en su dignidad de hijos de Dios.
En la intimidad con El Señor, el adorador,intercede por la salvación de los que no conocen el Amor de Dios.
Es defensor de la vida, desde la concepción hasta el llamado a la casa del Padre.
Intenta y se propone, vivir la vida configurado en el sentir, pensar y obrar de Cristo, con un oído puesto en La Palabra y otro como María en el servicio sin demoras a los hermanos, convirtiéndose en centinela de una nueva humanidad.
Con el gozo de transitar este Adviento, preparemos el corazón para recibir al “Consejero Maravilloso, Dios Fuerte, Padre para siempre y Príncipe de la Paz” que nos libere de las propias esclavitudes, para salir al encuentro de los pequeños y necesitados.
ALABADO SEA JESUCRISTO
¡SANTA Y BENDECIDA NAVIDAD!
E.M.M
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