"Yo soy el que vive"Ap.1,18: agosto 2019

ADORACION

MOVIMIENTO DIOCESANO DE ADORACION EUCARÍSTICA PERPETUA - SAENZ 572 - LOMAS DE ZAMORA


¡JESÚS TE ESPERA SIEMPRE!

¡DECÍDETE A VISITARLO!

TE INVITAMOS A LA COMUNIDAD DE ADORADORES

Capilla "María Reina de los Apóstoles"

Capilla "María Reina de los Apóstoles"
Capilla "María Reina de los Apóstoles"

sábado, 3 de agosto de 2019

UNA MIRADA PROFUNDA Y SINCERA AL CORAZÓN DIVIDIDO

“Sondéame, Dios mío y penetra mi interior examíname y conoce lo que pienso obsérvame si estoy en un camino falso y llévame por el camino eterno” -Sal. 138, 23-24-



Hay una oración que nos invita a reflexionar a través de la siguiente estrofa: 
“Dame un corazón puro, generoso y desinteresado, aunque sienta el lastre del egoísmo y el mordisco del instinto”

En la vida de todos los días en camino a la Casa del Padre, siempre necesitamos el auxilio de la gracia para que, transformado el corazón,  nuestros pensamientos, palabras y obras (que se encuentran contaminados por la herida original) lleguen a los hermanos de manera sincera, amable y misericordiosa.
San Pablo nos enseña con su propia vida: “Y así, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero…y agrega “No soy Yo quien lo hace, sino el pecado que reside en mí” -Rom. 7, 19-20-
¿Cómo descubrimos que el propio corazón se encuentra dividido?
Cuando hemos permitido a otros (el mundo, el demonio y nuestro egoísmo) ocupar el lugar que no le corresponde.
Porque perdimos la esperanza, la confianza en Aquel a Quien hemos desplazado del primer lugar y único, como centro y Señor de nuestra vida, Jesucristo el Hijo de Dios.
Debemos saber que las grandes o pequeñas batallas se libran en el propio corazón y es ahí donde la libertad de los hijos de Dios se despliega haciendo la Voluntad del Padre.
De lo contrario, quedamos enredados por el lastre del egoísmo y el mordisco del instinto, luchando contra nosotros mismos, demorando o desertando salir al encuentro y detenernos como el samaritano, frente al hermano herido, abandonado y necesitado.
El adorador sabe que cuando se encuentra en la noche de la prueba, necesita ser rescatado volviendo a la Fuente de la Vida, entregando y ofreciendo la propia debilidad para ser sanado y transformado por el Mismo Espíritu, en persona nueva.
Fortalecido el corazón por la gracia, nos animamos a caminar con la cruz a cuesta, con la seguridad que Jesús camina siempre a nuestro lado y no nos abandona.
En este tiempo de rencores y oscuridad creciente, El Señor nos llama a ser testigos de Su Amor, como lámparas encendidas, como hostias vivas, para alimentar e iluminar a una sociedad que camina en tiniebla, sin rumbo, atacada y atrapada por la cultura de la muerte.
Es un tiempo de coraje y desafíos constantes que se deben nutrir en la oración del corazón permanente y en la Adoración Eucarística, para servir e interceder a la regeneración de la sociedad.
Con la confianza y esperanza en Aquel que todo lo Puede, atentos como el centinela. Que el miedo y los ruidos exteriores e interiores (interceptados por el enemigo -el demonio-) no nos hagan caer en la desesperanza, el desconcierto y la inmovilidad.
No olvidemos que El Señor Ayer Hoy y Siempre, nunca ha perdido ni perderá las llaves de la historia, de la vida, del futuro, de la Patria, de la Iglesia, de la humanidad y el cosmos.
Acudamos a María Santísima la Madre de Dios y Madre nuestra, que nos ayude e interceda para que nuestro corazón dividido, pero fortalecido por la gracia, mire la Cruz de Su Hijo como Ella,  sin claudicar ni renegar frente a la prueba. 



¡Alabado sea Jesucristo!

E.M.M.