"Yo soy el que vive"Ap.1,18: 2018

ADORACION

MOVIMIENTO DIOCESANO DE ADORACION EUCARÍSTICA PERPETUA - SAENZ 572 - LOMAS DE ZAMORA


¡JESÚS TE ESPERA SIEMPRE!

¡DECÍDETE A VISITARLO!

TE INVITAMOS A LA COMUNIDAD DE ADORADORES

Capilla "María Reina de los Apóstoles"

Capilla "María Reina de los Apóstoles"
Capilla "María Reina de los Apóstoles"

domingo, 2 de diciembre de 2018

LA ADORACIÓN EUCARÍSTICA FUENTE DE VIDA NUEVA

“Ustedes sacarán agua con alegría de la fuente de la salvación” -Is. 12, 3-



En la travesía por el desierto cotidiano, El Señor se hace presente siempre y está en cada uno de nosotros, aunque pareciera que nos ha abandonado en la prueba de la desolación y nos regala Su consuelo.
En esa Presencia Viva Real camino a la Jerusalén celestial, nos invita a beber y a saciarnos en la Fuente misma de la Vida, el Amor, la santidad y la sanación.
Celebramos con gozo y agradecimiento en este tiempo de espera al Rey de la Gloria, estos 20 años de Amor Eucarístico, que El Señor de la Historia por Su Misericordia y Ternura derrama en cada una de las comunidades de esta diócesis.
Desde allá nos ha llamado a este servicio santo para Gloria de Dios y la salvación de las almas.
Al comienzo del llamado, en el encuentro con Jesús Sacramentado, nos entregamos al misterio desde la propia debilidad y fragilidad, para abrirnos al Amor de Dios.
Su Hijo Jesucristo desea transformar el corazón y nos invita a trabajar por El Reino, para que intercedamos por los hermanos que no conocen El Amor de Dios, los que están alejados, los indiferentes, los que Lo rechazan, los que Lo persiguen.
Esta es la misión trascendental por la que fuimos llamados como piedras vivas y lámparas encendidas para que en el silencio de la contemplación por la oración ayudemos a la regeneración del cosmos.
En este nuevo Adviento, María Santísima Tabernáculo del brote de Jesé, nos llama a ponernos de pie, porque la Venida de Su Hijo está cerca.
Preparemos el corazón con la oración permanente en el Santo Rosario, la Eucaristía, el Sacramento de la confesión, la Adoración Eucarística y el ayuno.
Ofrezcamos nuestros dolores físicos y existenciales por la paz social de la Patria, comenzando por la propia purificación y conversión del corazón como también, la de todos los hermanos.
Jesús en este tiempo nos llama a construir la Paz que nace en nuestro corazón y se irradia en el acontecer diario a los que están cerca o más alejados a través de los testimonios.
Abramos los oídos del corazón para escuchar a María Santísima que con la urgencia del Amor de Madre clama para que ningún hijo se pierda al final de estos los últimos tiempos.
Abramos además los ojos para percibir los signos de los tiempos: “Aprendan esta comparación tomada de la higuera, cuando sus ramas se hacen flexibles y brotan las hojas, ustedes se dan cuenta que se acerca el verano. Así también cuando sucedan todas estas cosas, sepan que el fin está cerca, a la puerta” dice el Señor -Mc. 13, 28-29-
No permitamos ser enredados por el demonio, para crear separación, rencor, susceptibilidad, juicios apresurados, condenas, falta de amor en la familia, amigos, barrio, Iglesia, Patria.
Ofrezcamos los propios sufrimientos de hoy con la alegría de sabernos pronto liberados por El Señor: “Yo hago nuevas todas las cosas” -Ap. 21, 5-
Que María Santísima refugio de los pecadores y Madre de los afligidos con su esposo San Jose nos ayuden a caminar en la confianza que no defrauda, para esperar un tiempo nuevo y una tierra nueva.



¡Alabado sea Jesucristo!

¡VEN PRONTO JESÚS QUE TE ESPERAMOS!

E. M. M.

domingo, 21 de octubre de 2018

LA ADORACIÓN EUCARÍSTICA SALVARÁ AL MUNDO A LA FAMILIA Y A LA IGLESIA

“Estamos atribulados por todas partes, pero no abatidos
Perplejos, pero no desesperados
Perseguidos, pero no abandonados
Derribados, pero no aniquilados”  -2 Cor. 4, 8-9-


Los seguidores de Cristo discípulos-misioneros, caminamos a la casa del Padre en este tiempo de sobrada confusión, como en otros tiempos de la historia, desafiando al martirio, a la persecución, al desprecio e incomprensión, como El Maestro.
Como nos recuerda San Pablo: “Así, aunque vivimos, estamos siempre enfrentando a la muerte por causa de Jesús, para que la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal” -2 Cor. 4,11-
No nos abandonamos ni nos rendimos a los vientos que corren, ni desparramamos confusión para acomodarnos a los empecinamientos del mundo, a la seducción del demonio y a la hipocresía narcisista.
“Porque el que no recoge conmigo desparrama” dice El Señor.
En nuestra debilidad es Cristo que triunfa.
San Pablo nos recuerda: “Nosotros llevamos ese tesoro en recipientes de barro, para que se vea bien, que este poder extraordinario, no procede de nosotros, sino de Dios” -2 Cor. 4,7-
No podemos caminar con la cruz de cada día, ni emprender una gesta misionera de cualquier tipo, ni llevar adelante un ministerio ordinario o extraordinario, sin tener intimidad con El Señor en el silencio de la contemplación con la Persona Viva de Cristo en el Santísimo Sacramento.
Porque se esteriliza la noble y santa misión y el llamado, se entumece, se desvanece con los embates del demonio, y al final se enfría el amor que teníamos al comienzo.
El Señor de la Historia camina a nuestro lado, para que firmes en la fe, robustecidos en la esperanza y con el ardor del Amor, impregnemos a nuestros hermanos con el perfume de Cristo.
Con el arma del Rosario en las manos vamos abonando, disponiendo el terreno del corazón, para que la Palabra Viva y eficaz nos purifique y santifique nuestra vida y de fecundidad a la Obra de Sus Manos.
El adorador frente a la Persona Viva de Jesús Sacramentado va sanando el corazón por el camino de la oración y conversión permanente que se manifiesta en los testimonios y en la coherencia de vida.
El adorador por el llamado se convierte en intercesor de las necesidades de la Iglesia, de la Patria, de la familia, del mundo y el cosmos.
San Juan Pablo II decía: Por medio de la Adoración, el cristiano contribuye misteriosamente a la transformación del mundo y la siembra del Evangelio. Quien ora/Adora al Salvador Eucarístico trae al mundo con él y lo eleva a Dios. Los que están ante El Señor, están cumpliendo un servicio eminente. Están presentando a Cristo a todos. Aquellos que no lo conocen o que están lejos de Él. Ellos adoran en Su Presencia en lugar de aquellos” (Carta 1996).
María Reina de la Paz y Reina del mundo entero quiere educar nuestro corazón en el Amor de Su Hijo para que podamos mirar al mundo y a nuestros hermanos con la mirada de Cristo.
Esta reflexión, en este tiempo de tribulación, es una invitación a darnos cuenta de la importancia y dimensión de la Adoración Eucarística, del Amor de Dios derramado en nuestra vida, frente a los ataques del demonio para destruir a la persona, a la familia y a la Iglesia.



¡Alabado sea Jesucristo!

E.M.M.

lunes, 3 de septiembre de 2018

EL CORAZÓN OBSTINADO FUENTE DE REBELDÍA

“Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo” -Oráculo del Señor- Ez. 36, 26


Así como el pueblo de Israel -pueblo amado fielmente por Dios- se empecinaba en seguir los caprichos del corazón, también nosotros en este nuevo tiempo, desafiamos con la propia rebeldía al Amor y a la Misericordia del Padre Eterno.
Aparece en lo profundo del corazón de nuestro ser creado -a imagen y semejanza de Dios- una impaciencia y rebeldía existenciales.
La misma se manifiesta en el hartazgo y cansancio desesperanzador, en un momento histórico de nuestra vida destinado a construir una Patria nueva, refundada en el camino, verdad y vida que es Cristo mismo, con la protección Maternal de Maria Santísima.
Sabemos que vivimos tiempos de persecución y martirio, con las asechanzas del demonio, en un mundo ateo globalizado, donde las ideologías impregnaron la familia y desataron la violencia dentro de ella.
Jesús signo de contradicción nos advertía: “el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa---El que no toma su cruz y me sigue no es digno de Mí” Mt. 10, 34-39.
La obstinación y la ceguera nos encierran en el sí mismo, obstaculizando el seguir caminando por el desierto de nuestros días, abrazando la cruz cotidiana para que El Señor haga nuevas todas las cosas.
Reparemos en la imagen de la parturienta que va a dar a luz, con dolores inenarrables, pero en la esperanza y en la alegría de una nueva vida que llega.
El cristiano es fruto de la gracia, y en el discernimiento iluminado por el Espíritu Santo, en la Presencia Viva del Señor que camina a nuestro lado, somos alentados y provocados a través de la conversión del corazón, a un cambio de actitudes, comportamientos y coherencia de vida.
Necesitamos dar razón de nuestra esperanza y confianza a los hermanos, en un tiempo de confusión y oscuridad, para que El Señor de la Historia se manifieste Todo en todos.
“Porque ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus obras, y se revistieron del hombre nuevo, aquel que avanza hacia el conocimiento perfecto, renovándose constantemente, según la imagen de Su Creador” -dice San Pablo- 1Col. 3, 9-11
Pareciera que hemos dejado escapar la esperanza o bien la perdimos, y sin ella es imposible soñar y construir un futuro sustentable.
Necesitamos soltar nuestros miedos que nacen a menudo de una historia personal muchas veces justificada, pero El Señor nos propone sin ingenuidad, pero con un corazón de niño confiado en las manos de su Padre, dejarnos conducir por Aquel Quien sabe más y quiere nuestro bien, nuestra salvación.
Este es un ejercicio cotidiano si nos proponemos cambiar verdaderamente, sin maquillaje, pero con fe, esperanza y amor, virtudes teologales recibidas como don gratuito en el Bautismo que se acrecientan con La Palabra, el alimento eucarístico, la Adoración y la oración permanente.
Propensos, nos acomodamos con demasiada liviandad y ligereza a un mundo tecnológico que nos seduce y atrapa, pero nos cuesta comprender y discernir.
A menudo caemos en la trampa de la falsedad y nos hacemos conniventes seguidores, según la propia conveniencia, de supuesta libertad, al engendro de ideologías contradictorias, lejanas a la Voluntad de Dios.
El adorador en la Presencia Viva de Jesús Eucaristía se dispone en el misterio, a dejarse atravesar por el Amor, para que el Mismo Espíritu abra los oídos del corazón y podamos escuchar en el silencio de la contemplación, la voz del Señor que nos dice: “No tengan miedo Yo estoy con ustedes”
Que en este nuevo amanecer de la historia de la humanidad en la era de Maria Reina de la Paz, nos conduzca a Su Hijo Jesucristo El Señor, dejándonos educar en el amor confiado, en un corazón nuevo con un espíritu nuevo.



¡Alabado sea Jesucristo!

E.M.M.

domingo, 8 de julio de 2018

EL ADORADOR INSTRUMENTO DE PAZ, FRATERNDAD Y COMPROMISO

“Porque Cristo es nuestra Paz” -Ef. 2, 14-



En una sociedad, como la nuestra, agrietada y dividida, con bandos irreconciliables, donde se suman rencores que parecieran insalvables para llegar al encuentro, al diálogo y al respeto por las diferencias, la paz en los corazones es el inicio, de un laborioso trabajo perseverante de cada día.
Para los que, por la gracia inmerecida, intentamos seguir al Cristo Vivo, Presente y real, resulta un camino de conversión y oración permanente, para derribar las Murallas de Jericó construidas en nuestro corazón.
Estamos sumergidos y asfixiados en la violencia, fruto de corazones contaminados por la ira de las ideologías, el desencuentro, la injusticia, la desazón.
Estamos empecinados, en ignorar o rechazar a un Dios que es Amor, que esta siempre presente en la historia cotidiana de los pueblos y de cada persona.
Frente a esta realidad lacerante, El Señor nos llama a construir puentes de paz, fraternidad y encuentro aún en las diferencias.
Sabemos que la defensa de la Vida, desde la concepción hasta el final, no es un invento doctrinal, sino una convención universal, amparada por nuestra Constitución, y por leyes internacionales en la Defensa de la Vida.
Donde se atenta contra La Vida, no hay posibilidad alguna, para construir una sociedad sana y con futuro.
Esta realidad nos interpela, nos atraviesa, sacude y nos debe poner en movimiento, también como comunidad Eclesial, para buscar los medios a nuestro alcance.
En la Presencia y espíritu samaritano, configurados en Cristo, sentimos, acompañamos, escuchamos y asistimos, para curar las heridas abiertas del hermano, producto muchas veces de nuestros propios fracasos, en aliviar la carga injusta de vidas despojadas de su dignidad.
No podemos mirar para el costado el drama de muchos hermanos y al mismo tiempo, presentarnos frente al Santísimo, para acomodar nuestra vida, ignorando la injusticia, el abandono, fruto de la indiferencia, propio de un espíritu farisaico.
El adorador vive la Presencia del Señor, impregnado por la Palabra y en la contemplación del Cristo Vivo, reflejado en cada rostro del hermano que sufre, abandonado, despojado de una vida digna.
Es ahí donde el grito del hermano se interpone vivamente, a nuestros condicionamientos y comodidades, para salir al encuentro, en una Iglesia en salida, viva y santa.
El desafío de este tiempo profético, por el que se nos ha destinado, a abrazar, a ofrecer y comprometernos, para dar razón de nuestra fe, esperanza y amor, a una humanidad vacía por las ideologías, en la soledad de la autosuficiencia y orgullo, alejada de un Dios que es Amor.
En María, la Virgen Santísima, encontramos la respuesta, como Madre y Maestra de nuestra vida, en el Si fidelísimo, en el servicio sin demora, en la paz del corazón, en la fraternidad, fruto del amor entregado, ofrecido y abrazado en la Cruz de Su Hijo Jesús.


¡Alabado sea Jesucristo!

E.M.M.

domingo, 20 de mayo de 2018

EL ESPÍRITU SANTO FUENTE DE LA VERDADERA LIBERTAD

*Porque El Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, ahí está la libertad* -2Cor. 3, 17-



En los sobresaltos de la vida cotidiana, aturdidos por los acontecimientos que nos conmocionan y distraen, a menudo, olvidamos recurrir con avidez y perseverancia, a la asistencia del Maestro Interior, para discernir, que es lo que agrada al Señor, lo que nos conviene para nuestro bien.
El Espíritu Santo, si lo invocamos permanentemente, nos recordará en nuestro corazón, las enseñanzas de Jesús, para que, configurados con Él y en Él, podamos dar testimonio del Amor, con la propia coherencia de vida.
En el decir de San Pablo: “Ya no vivo yo, sino es Cristo que vive en mí” -Ga 2, 20-
Atrapados en la monotonía, de una vida espiritual de apuro y edulcorada, muchas veces, para salir del laberinto, apelamos a recursos vanos, fruto de la propia omnipotencia y desesperanza.
Dejamos de lado la invocación al Espíritu Santo, que nos auxilia con la luz y la efusión en todo nuestro ser, del Espíritu de Verdad, Espíritu de Libertad, Espíritu de Amor.
“Si vivimos animados por el Espíritu, dejémonos conducir por El” -Ga. 5, 26-
Es el Espíritu del Señor, que purifica el corazón y la mente, fortaleciendo la voluntad y el entendimiento, para afrontar los desafíos de la existencia cotidiana, siguiendo el Camino, la Verdad y la Vida, que es Cristo mismo.
Es a través de la oración permanente y la Eucaristía, como nos disponemos a emprender caminos creativos, para administrar responsablemente, como discípulos misioneros, los frutos abundantes recibidos gratuitamente, para donarlos gratuitamente, en este tiempo de sobrada confusión, con el martirio de muchos hermanos en el mundo entero.
El Espíritu Santo viene a encender en nuestro corazón el fuego del Amor, enfriado por el mundo, el demonio y nosotros mismos.
Las fuerzas que nos asechan permanentemente y por las que entramos a diario en combate espiritual son;el mundo por su seducción y vanidad.
El demonio -que ronda alrededor nuestro como león rugiente- y busca atraparnos en la debilidad, disfrazado de ángel de luz.
Como también, nosotros mismos, que nos cuesta escuchar en el silencio del propio corazón la voz del Señor, para hacer Su Voluntad, y sin darnos cuenta, boicoteamos la Obra de Dios en nuestra vida.
Permanezcamos en el Amor de Dios, en Su Hijo Jesucristo El Señor, y por obra del Espíritu Santo, Espíritu de Verdad, Espíritu de Libertad, que habita en nosotros, podamos dar fruto abundante, porque sin Él, nuestra vida se seca, se desparrama y se tira.
El Espíritu Santo es Fuente de la Verdadera Libertad, porque nos conduce e introduce en la Verdad, por el Amor, a la libertad de los hijos de Dios.
“La verdad los hará libres” dice Jesús.
El Maestro Interior nos ilumina, según la vocación recibida, el camino de la santidad, fruto de la gracia, no por nuestros méritos, y desde nuestra condición y deber de estado en la vida cotidiana, abrazando la cruz, para Gloria de Dios y la salvación de los hermanos.
En este nuevo Pentecostés unidos a la Santísima Virgen María, dejémonos guiar en su ternura Maternal por los caminos y enseñanzas de Jesús reflejados en el si de Su corazón, en el silencio obediente y en el servicio a los hermanos, para gloria de Dios Padre de Dios Hijo y de Dios Espíritu Santo. Amén



¡Alabado sea Jesucristo!

Feliz y Bendecido Pentecostés

E.M.M.

domingo, 1 de abril de 2018

VIVIR LA RESURRECCIÓN ES SALIR DE LA ZONA DE CONFORT

“Viviendo en la Verdad y en el Amor, crezcamos plenamente unidos a Cristo” -Ef 4, 15-



Iluminados por la Luz Verdadera de Cristo Resucitado y Resucitador, caminamos a la Tierra prometida, en el gozo y la esperanza, de saber que fuimos rescatados de la muerte y el pecado para la Vida plena.
El Señor viene a liberarnos de la esclavitud, pero muchas veces Le ofrecemos resistencia, a la Obra Amorosa en nuestra vida.
Vivimos seducidos y encadenados a la propia zona de confort, de comodidad, significa ese modo o manera de engañarnos a nosotros mismos, en detenernos, para no caminar y salir al encuentro.
Encerrados en preconceptos, actitudes y comportamientos, vivimos en la apariencia, enmascarados en una religiosidad vieja, autorreferencial.
El desafío Pascual, será despegarnos de la zona de confort o comodidad, para enfrentar y reconocer las propias muertes: el orgullo, la envidia, la indiferencia, la falta de amor, etc. Para recomenzar un nuevo tiempo.
Necesitamos dejarnos conducir y moldear por las manos amorosas, liberadoras y transformadoras del Señor, para resucitar con Él.
El Señor nos abraza y acompaña en cada momento de la vida y nos alienta:
“No tengas miedo Yo estoy contigo”
La humildad es el camino, como nos enseña Santa Teresa “la humildad es andar en Verdad”.
Es por ello, es que necesitamos la gracia, para discernir en la verdad y en el amor, este camino, con la asistencia del Espíritu Santo, por el fuego de Su Amor.
Así estaremos disponibles, para desatar los nudos existenciales -que supimos sujetar a lo largo de la vida- construyendo una religiosidad echa a medida.
San Agustín nos reafirma: “Para llegar al conocimiento de la Verdad, hay muchos caminos” El primero es la humildad. El segundo es la humildad. El tercero es la humildad.
El Señor nos propone resucitar en este tiempo Pascual, tiempo de gracia, a nuestros condicionamientos, engaños, vicios, pecados, de nuestra zona de confort y comodidad, para recomenzar una vida nueva en Cristo, transfigurada en la persona pascual.
Cuando decidimos libremente dejarnos modelar por El Señor, en el silencio y la aceptación, ofrecemos los propios padecimientos, y, a pesar de no comprender lo que nos pasa, tenemos la certeza que Él camina a nuestro lado siempre, y todo lo que nos suceda será para nuestro bien.
Tengamos la mirada puesta en la Madre de Jesús y Madre nuestra, que acompañó a Su Hijo en el silencio, en la obediencia, en el servicio sin demoras, en el Amor.
Sabemos que la vida del cristiano es Trinitaria, todo es gracia.
El Señor respeta nuestra libertad para que Él obre en la vida.
Entendiendo como si todo dependiera de uno mismo, pero, sabiendo de antemano que es El Señor de la Historia quien conduce la vida.
San Ignacio de Loyola refuerza: “Actúa como si todo dependiera de ti, sabiendo que, en realidad, todo depende de Dios”
Viviendo el gozo de la victoria del Amor Resucitado, nos dispongamos a desatar las resistencias a la Obra del Señor, para vivir la vida plena en Cristo Nuestro Señor. Amén.
Aleluya!



Santa y Bendecida Pascua de Resurrección

E.M.M.

miércoles, 14 de febrero de 2018

LA CONVERSIÓN DEL CORAZÓN CAMINO PARA LA SALVACIÓN POR EL AMOR

"A la tarde te examinarán en el amor. Aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición"(San Juan de la Cruz).



En el camino del jubileo a los 20 años de la Adoración Eucarística, demos gracias al Señor, porque es Grande, es Eterno Su Amor, derramado en esta Iglesia diocesana.
El nos invita, a revisar nuestra vida de discípulos, como adoradores en Espíritu y en Verdad, como lo quiere el Padre.
En este tiempo de Cuaresma, tiempo de gracia, es tiempo propicio, para profundizar el camino de conversión del corazón, por la ayuda del Espíritu Santo, a través, de la oración, el ayuno, y las obras de misericordia corporales y espirituales.
El drama de esta humanidad alejada de Dios, sumergida en un individualismo egoísta, es desafiar con su sola fuerza a todo, a través de un pensamiento mágico, pero que inmediatamente se hunde en el vacío, la soledad, y el desasosiego de los propios actos.
El Papa Francisco nos advierte de este mal y señala: “Algunos cristianos en el fondo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a los otros por cumplir normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico propio del pasado” -EG94-
Pidamos, invocando al Espíritu Santo, que nos ayude a tomar conciencia, para luego interpelarnos y sacudir la propia modorra del acostumbramiento y recurrencia de ciertos hábitos erróneos del pasado.
Refugiados en un sí mismo individualista, alimentamos los miedos que justifican el inmovilismo, para no cambiar, y salir al encuentro de los hermanos, en esta realidad histórica, por la que fuimos llamados para dar testimonio samaritano.
Vivimos nuevas circunstancias, en la complejidad de un mundo tecnológico, diverso, cambiante y desafiante, pero esperanzador, porque Cristo Luz del mundo, ha vencido a la muerte y al pecado, para la salvación de muchos.
En el camino de conversión permanente, atravesamos este tiempo de gracia, tiempo oportuno, para que podamos proponernos ejercitar y trabajar la misericordia, el perdón, y el amor fraterno.
Para ello necesitamos, detenernos y observar el fondo de nuestro corazón herido por el pecado y pedir la gracia de la humildad, recurriendo al sacramento de la reconciliación, sanación del corazón.
Es en el corazón, donde se ejercita la libertad, campo de encarnizadas batallas espirituales, que nos dejan muchas veces, indefensos e inermes, porque nos empecinamos en recostarnos en nosotros mismos, en nuestro voluntarismo.
El engaño de los que se dicen seguidores de Cristo es mostrar muy frecuentemente, actitudes, comportamientos y gestos, lejanos a la Voluntad de Dios y al Corazón de Jesús.
Nuestro corazón enfermo de pecados nos aísla de nuestros hermanos, porque nos dedicamos a juzgar, a condenar y por ende no amamos siempre como nos enseña con Su Vida Jesús.
El Señor nos Ama y conoce a cada uno en su dignidad de hijos.
Ofrezcamos y asociemos los propios sufrimientos, enfermedades, pérdidas, a la Pasión y al escándalo de la Cruz, para que muchos hermanos a través de nuestra intercesión, en la oración, sean acompañados por el camino de la conversión y salvación.
Que María Santísima al pie de la Cruz, le presente a Su Hijo, nuestra fragilidad, debilidad y pecados, por la que fuimos lavados por Su Sangre Preciosa y rescatados de la muerte y el pecado,y podamos acudir frecuentemente al Sacramento del Perdón, para amar con el corazón a todos, sin excluir a nadie.



¡Alabado sea Jesucristo!

SANTA CUARESMA

E.M.M.