"Yo soy el que vive"Ap.1,18: diciembre 2012

ADORACION

MOVIMIENTO DIOCESANO DE ADORACION EUCARÍSTICA PERPETUA - SAENZ 572 - LOMAS DE ZAMORA


¡JESÚS TE ESPERA SIEMPRE!

¡DECÍDETE A VISITARLO!

TE INVITAMOS A LA COMUNIDAD DE ADORADORES

Capilla "María Reina de los Apóstoles"

Capilla "María Reina de los Apóstoles"
Capilla "María Reina de los Apóstoles"

lunes, 31 de diciembre de 2012

El adorador servidor de la Iglesia de Cristo para una humanidad en creciente oscuridad

“Estamos atribulados por todas partes pero no abatidos” -2 Cor. 4, 8-


Vivimos en la perplejidad de un mundo complejo y caótico.
Los acontecimientos se suceden a velocidad inusitada, provocando una tensión y conmoción permanente, derribando lo conocido, cuestionando las propias estructuras, valores, comportamientos aprendidos y acostumbrados a lo largo de la historia personal.
Por la dimensión, envergadura e insólita aparición de hechos sorprendentes y sobrecogedores, es como si nos deslizáramos por terrenos resbaladizos, inestables, perdiendo el equilibrio con facilidad.
Más aún, es como si la confusión se apoderara de nosotros y ahora estamos urgidos, necesitados a volver a pensar, aprender a movernos a través de una multiplicidad de factores en la vida cotidiana, que aparecen como novedosos, desconocidos, incomprensibles e incómodos.
Pero -“El que me siga no andará en tinieblas”- dice el Señor -Jn. 8, 12-
Peregrinamos por el desierto de nuestros días con esta tienda de campaña -cuerpo mortal- hecha de provisionalidad, construida por el Amor de Dios, en el fundamento de la Piedra Angular, del Cristo Vivo.
El Padre nos ha llamado en este tiempo de confusión, de subjetivismo, egoísmo, de búsqueda desesperanzada, para interceder como servidores por la Iglesia y el mundo entero.
Aunque nos sintamos vulnerados y muchas veces paralizados por el miedo, angustia; participamos de la gracia y la Gloria de Dios, Adorando la Presencia Real de Jesús Eucaristía.
San Pablo nos advierte: “Siempre y a todas partes llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos de la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús, se manifieste en este cuerpo” -2 Cor. 4, 10-
El Adorador es educado en el servicio por la escuela Maternal de María, siempre dispuesto a salir en auxilio -por la oración continua- acudiendo sin demora para servir como la Madre.
El desafío del Adorador como servidor no es vivir en la nostalgia, sino en la atenta y renovada espera activa de la oración permanente.
Reconociendo y reparando en las actitudes y sentimientos de la Santísima Virgen María, reflejamos Su amor en la entrega y docilidad a la Voluntad de Dios, delicadeza y sabiduría, que nos permiten darnos cuenta, a través de una escucha atenta, de las necesidades aún más ocultas y los sentimientos profundos del hermano olvidado en su reclamo.
Aprendiendo de la Madre a compartir las alegrías y tristezas, promoviendo climas propicios para la unión, el diálogo, la tolerancia, el respeto, la justicia, la esperanza y el amor.
Para esclarecer y profundizar la misión del Adorador en el servicio, será menester partir de la purificación del corazón por la gracia y a través de nuestra libre disposición para acogerla, como don gratuito en la propia indignidad.
Necesitamos la permanente, constante, conversión del corazón y el entendimiento, para descubrir la voluntad de Dios y un espíritu de oración, que nace de un corazón misericordioso.



  



¡Alabado sea Jesucristo!

Eduardo                                                                                                   

E. M. M. 

sábado, 1 de diciembre de 2012

La tibieza se apodera de nosotros cuando dejamos enfriar el Amor de Dios


“Conozco tus obras: no eres frió ni caliente ¡Ojalá fueras frío o caliente!” –Ap. 3, 15-




En estos tiempos que corren vivimos zamarreados, sacudidos por acontecimientos que nos desconciertan y angustian.
Perdemos con inusitada rapidez la paz que es fruto del amor, la esperanza y la fe en El Señor de la Historia.
Nos hemos acostumbrado también, a practicar una falsa religiosidad, particular, privada, plagada de contradicciones, individualista; son estas características del relativismo.
Nos acomodamos al engaño de la propia confusión y caprichos para esconder y disfrazar, estados anímicos alterados, necesidades insatisfechas.
En esta realidad y circunstancia anida la tibieza alimentada por la superficialidad, la indiferencia y el desamor.
Perdemos, entonces, la dimensión del Amor Misericordioso de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo.
Dice El Señor al ángel de la Iglesia de Éfeso: “…Debo reprocharte que hayas dejado enfriar el amor que tenías al comienzo. Fíjate bien dónde has caído, conviértete y observa tu conducta anterior” –Ap.2.4-5- El Señor nos llama a la reflexión para que, con humildad y detenimiento respondamos ésta pregunta: ¿Cómo nos encontramos hoy con el amor que teníamos al comienzo?
Desde el amor en el deber de estado, en la misión, el amor a los más próximos, a todos los hermanos, como consecuencia del amor a Dios.
Este reproche del Señor al Ángel de Éfeso también, a todos nos atraviesa y enfrenta con la propia tibieza.
En este tiempo de Adviento, de vigilia esperanzadora, clamemos al Espíritu del Señor para que nos permita ver con los ojos de la fe iluminada por la Luz de Cristo que Viene, penetrando en lo más profundo del corazón, para dar comienzo a una renovada conversión.
La oración confiada y la Palabra nos abren el camino y preparan para luchar contra la  tibieza, ese estado de postración del alma donde, nos arrastramos perezosamente a un estancamiento espiritual, facilitando la entrada al enemigo -al acusador- al demonio.
Necesitamos, entonces, la gracia por el Sacramento de la Reconciliación que renueva y libera todo lo que nos aparta del amor a Dios, y la Eucaristía, el maná celestial, que nos va fortaleciendo, reavivando el espíritu de fe, esperanza y amor.
Cristo es la Alegría, la  Esperanza y la Paz que necesitamos para transitar por este  desierto cotidiano camino a la Jerusalén Celestial.
En este Año de la Fe salgamos al encuentro de aquellos que esperan y anhelan salir de la oscuridad, del vacío y la soledad, para qué a través de nuestro testimonio, podamos dar razón de la esperanza.
Que María Santísima Madre del Verbo Encarnado y Su esposo San José nos enseñen a amar en la entrega abandonada del servicio, esperando contra toda esperanza.






                                                    ORACIÓN


                                                         Padre
                                  Que por Tú Ternura tanto Amaste al mundo
                                 enviando a Tú Hijo para que todos se salven.
                               Por obra del Espíritu Santo se Encarnó de María
                                             la Virgen y se hizo Hombre.
                         Creció y se desarrolló en el seno de la Familia de Nazaret
                                    al lado de Su padre nutricio San José.
        Que también nosotros en esta Nueva Alborada del Misterio de la Encarnación
                              podamos ser renovados en el espíritu de Fe, del
                            Amor purificado, esperando contra toda Esperanza

                                Como lo vivió la Familia de Nazaret. Amén

¡Alabado sea Jesucristo!


Eduardo                                                                                                   

E. M. M.