“Santísima Virgen de Luján Madre de todos los argentinos ayúdanos a caminar como hermanos”
En la tristeza de vivir un tiempo de gran tribulación en el mundo y especialmente dentro de la Iglesia, donde se hacen más claras y más evidentes las palabras de San Pablo VI: “Por alguna grieta ha entrado el humo de satanás en el templo de Dios”
Sin querer hacer ninguna especulación que no convenga, sino llevar un poco de claridad, nosotros como Iglesia -Pueblo de Dios- nos sentimos entristecidos y al mismo tiempo disgustados, cuando una parte de los sacerdotes, consagrados y consagradas, se han politizado, apartándose del Evangelio de Cristo.
Por alguna razón -que no es la de Cristo- se hace una reinterpretación del Evangelio, apelando a la discordia, a la desunión, a la violencia consentida por aquellos que tienen que ser imagen de Cristo, dando razón del Amor, la Paz y la Esperanza que se configuran en El Corazón de Jesús Manso y Humilde.
No es precisamente lo que El Señor nos ha mandado:
“Ámense los unos a los otros como Yo los He Amado”
Manchar este Mandato con ideologías o con políticas es desvirtuar todo lo que El Divino Maestro nos ha Enseñado.
La Casa de Dios no es lugar para hacer política, ni para tolerar desvíos innecesarios para un lado o para otro porque atentan contra la fe, la esperanza y la caridad sobre todo a los más débiles “Pero si hay alguien que escandalice a uno de estos pequeños que creen en Mí, sería preferible para el que le ataran al cuello una piedra de moler y lo hundieran en el fondo del mar” Mt. 18,6
La Casa de Dios es Casa de Oración, lugar de encuentro de todos en Cristo.
Esta Casa de oración que tanto necesitamos para convertirnos y construir en el propio corazón un artesano de Paz, de unidad en la diversidad, de amor, de fraternidad solidaria para el bien común especialmente el de los pobres, desamparados, abandonados, sufrientes.
En nuestra Patria todos necesitamos pedir la gracia de la conversión, para mirarnos como hermanos y no como enemigos, para construir una Nueva Nación más fraterna, solidaria, respetando las diferencias.
No pretendo dar indicaciones que todos conocemos, sino invitar a abrir el corazón para deponer actitudes que no llevan sino a la enemistad permanente.
Como cristianos, si verdaderamente nos proponemos seguir a Cristo, no caigamos en la hipocresía o en el error de enredarnos en falsas ideologías, o prácticas que nos separan de una convivencia sincera y fraternal.
Acudamos a Nuestra Madre de Luján Patrona de esta Patria y a San José para que nos ayuden a caminar a La Patria Celestial con un corazón abierto para amar en Cristo por el Espíritu Santo sirviendo e intercediendo por todos los hermanos sin excluir a nadie.
SAGRADO CORAZON DE JESÚS Y CORAZÓN INMACULADO DE MARIA RUEGUEN POR NOSOTROS
PAZ Y BIEN
EDUARDO
Junio 18/24