"Yo soy el que vive"Ap.1,18: El Amor se hace vida en María

ADORACION

MOVIMIENTO DIOCESANO DE ADORACION EUCARÍSTICA PERPETUA - SAENZ 572 - LOMAS DE ZAMORA


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Capilla "María Reina de los Apóstoles"

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domingo, 1 de diciembre de 2013

El Amor se hace vida en María

“Hemos venido a Adorarlo” Mt. 2, 2


¿Cómo referirnos al Amor y la Ternura del Padre en estos quince años de intimidad con Jesús Sacramentado, nosotros indignos servidores-adoradores, y ser agradecidos?
Es a través de este camino espiritual que intentamos descubrir por la gracia, ese mismo Amor reflejado en la Presencia Viva del Hijo de Dios, nacido de María, desposada con un hombre justo de la estirpe de David llamado José.
María y José representan el modelo, la imagen viva de los primeros adoradores en el establo de Belén, y en esa pobreza luminosa, el gozo y la paz se abrazan en la esperanza. La Gloria de Dios se manifiesta en este misterio de la Encarnación, preludio de nuestra salvación.
¿Cómo darnos cuenta que, a través de ese Amor, somos transformados y trasfigurados en Él?
San Pablo nos recuerda: “Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que Él llamó según Su designio…y los predestinó a reproducir la imagen de Su Hijo” -Rom. 8, 28-29-.
Entonces ¿cómo darnos cuenta de la centralidad de Cristo en nuestra vida?
Cuando ésta se encuentra cimentada en La Piedra Viva; lo que pensamos, decimos y obramos tiene su centro en Cristo, por lo tanto somos configurados en Él, y, es el Mismo Espíritu que nos enseña.
Este Tiempo de Adviento nos pone en movimiento, nos saca de la monotonía, del quietismo, como nos insiste el Papa Francisco: “a salir de la auto-referencialidad-de sí mismo, y ponernos en camino, para promover una cultura del encuentro”, preparando la Venida del Señor. Ayudando y acompañando al hermano con un corazón misericordioso, para que se anime a descubrir una vida nueva en Cristo, por la búsqueda de la verdad, la felicidad y el amor.
El Año de la Fe fue un tiempo propicio para redescubrir y reconocer la alegría de sabernos hijos por el Bautismo, ser luz para los hermanos por el testimonio, en una renovada relación con Cristo.
Vivimos en tensión permanente en un mundo acosados por una globalización vorazmente tendenciosa, que alienta el pensamiento único, seducidos por el relativismo. Muchas veces nosotros, que nos decimos de Cristo, adoptamos una moral -que juega a dos puntas- según la propia conveniencia.
Esta espera del Señor exige de nosotros una mayor vigilancia fundada en la oración del corazón, iluminada por la Palabra, alimentados en la mesa de la Eucaristía y perdonados en el Sacramento de la reconciliación, a través de las obras de misericordia.
Como nos advierte San Pablo: “Con las obras de los hijos de la Luz” -Rom 13, 12- “Para qué sean irreprochables en el día de la venida del Señor” Cor. 1, 8.
La Santísima Virgen María -Estrella de la Mañana- y su esposo San José, que nos muestran siempre el camino seguro para llegar a Jesús, nos protejan en nuestra consagración al Amor Eucarístico, firmes en la fe, esperando contra toda esperanza y amando hasta dar la vida.


¡Alabado sea Jesucristo!

E.M.M.

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